Paisajes

¿Sabías que en Salamanca tenemos una espectacular catarata con tan solo dos metros de caída menos que las famosas cataratas del Niágara? Se trata del Pozo de los Humos que, a lo largo de la llamada ‘Senda de Unamuno’, muestra en otoño un entorno de fauna y flora precioso, con avistamiento de aves migratorias.

En una esquina de esta tierra repleta de encantos que es la Meseta Norte de la Península Ibérica, y oculta entre las muchas bellezas rotundas del Parque de los Arribes del Duero, te espera uno de los secretos más espectaculares y mejor guardados de la naturaleza española. ¿Quieres descubrirlo? Llena tu depósito y arranca tu Ford, que nos vamos al Pozo de los Humos, uno de los mayores saltos de agua de la Península Ibérica.

La caída del río Uces

Seguro que no todos los días te encuentras ante una cascada de 50 metros de caída a un paso de ‘casa’. Te invitamos a que, sin necesidad de gastarte una fortuna y cómodamente en tu Ford, pongas rumbo a Salamanca, donde se yergue el Pozo de los Humos. Este impresionante paraje que cautivó al escritor bilbaíno Miguel de Unamuno hace más de un siglo, y que le dio nombre, es un salto al vacío de las aguas del río Uces, ubicado en el noroeste de la provincia de Salamanca. A apenas 80 kilómetros de la capital salmantina, en pleno Parque Natural de los Arribes del Duero, muy cerca del embalse de Almendra -una de las mayores presas hidroeléctricas de Europa-, se emplaza esta maravilla de la naturaleza. El Pozo de los Humos sirve, además, de ‘frontera’ entre los términos municipales de los pueblos de Pereña de la Ribera y Masueco,

Son las aguas del río Uces las que dan vida a la cascada. Y es que para salvar el desnivel de terreno en este punto, el torrente, en su descenso hasta el río Duero, alcanza una bravura tal que forma los arribes que dan nombre al Parque. Estos tajos abiertos por el agua que se abren en la roca de la Meseta sirven para salvar la pendiente que les separa de las vecinas tierras portuguesas.

Arribes del Duero – GR14 from Club Ponte en MARCHA on Vimeo.

Los encantos que cautivaron a Unamuno

Puedes acceder en tu Ford desde Masueco, en cuya plaza Mayor arranca la ruta de Vallegorda. Este recorrido atraviesa varias fincas rústicas y parajes hasta llegar a la Peña del Agua, donde podrás aparcar. A tan solo 800 metros, encontrarás La Roblea, donde nace la cascada. Allí, el estruendo ensordecedor del agua te permitirá experimentar una sensación perenne que te acompañará durante toda esta aventura. Del mismo modo que le sucedió a Miguel de Unamuno, ‘descubridor’ de este espectacular Pozo de los Humos, cuando en su años de docencia en la Universidad de Salamanca, disfrutaba de la naturaleza castellana. “En el estanque duerme el agua reflejando al cielo (…) Y en la cascada misma, por donde se despeña bramando, preséntanos una vena compacta, una columna que acaba por parecer sólida (…) Es una de las más hermosas caídas de agua que pueden verse entre aquellos tajos adustos”, dejó publicado en aquel aciago 1898 sobre el que tanto reflexionaría el intelectual español. Tan bello recuerdo literario hace que este último tramo reciba, precisamente, el nombre de Ruta de Unamuno.

Ahora tienes ante ti el Mirador de los Humos, una pasarela de madera que llega hasta el mismo precipicio, donde los más valientes pueden divisar la panorámica que el ‘riesgo’ les ofrece. Un saliente de roca divide, en su caída, el curso del agua: la cascada pequeña, que sale a la derecha, es el pozo de las Vacas. Dice la leyenda que su nombre proviene del despeño, en ese punto, de un carro con vacas que transportaba trigo a un molino cercano. ¿Realidad o ficción? Lo cierto es que al ver cómo el agua se precipita al vacío desde 50 metros de altura no parece tan descabellada la fantasía. Además, una gigantesca cortina de vapor de agua, como si fuera humo, asciende y se esparce ante nuestra mirada, formando la base de la cascada.

Este escenario de cuento ha dado lugar a multitud de leyendas que, a lo largo de los años, han circulado en torno a los tesoros ocultos que se escondían en las aguas inexploradas del pozo; los espíritus de caminantes que cayeron al vacío y nunca fueron vistos de nuevo; y un largo etcétera de fábulas que han alimentado los miedos de los pequeños salmantinos.

El colofón de la aventura

Si adoras la adrenalina, descender -con mucho cuidado- al Pozo por la Cañada de Zarzalino es un ‘must’ en la ruta. Continuando por el lado de Pereña, también puedes bajar siguiendo un sendero al que se asoma, medio oculta por la frondosa vegetación, la cueva de Palla Rubia, con pinturas rupestres. Te sitúes tanto en un lado como en el otro del salto, el espectáculo es grandioso y rotundo hasta decir basta: el estruendo del agua, el vapor que todo lo tapa hasta la base, las aves que sobrevuelan -cigüeñas negras, alimoches, buitres leonados, vencejos reales, palomas bravías, águila real, halcón peregrino, águila perdicera-, los sonidos de los animales –jabalíes y zorros- que se esconden de nosotros entre los robles y los enebros… ¡Toda una experiencia!

Seguro que, tras semejante escapada, necesitas recuperar fuerzas. En Masueco, desde hace casi un siglo, el Hostal Restaurante Santa Cruz prepara exquisitos asados al horno: tostón, cordero, cabrito… que hacen de tu escapada al Pozo de los Humos un recuerdo completo e inolvidable.

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