Disfruta ‘La Ruta del Flysch’ antes de que Juego de Tronos la descubra

Playas

La ruta del Flysch recorre la agreste costa que parte desde Zumaia a Deba. Sus vistas emocionan recorriendo caminos de verde intenso y playas sacadas del fin del mundo, que van a volver a pintar los paisajes de la serie Juego de Tronos en 2019. Te ayudamos a gozar de esta costa antes de que los fans acudan en masa a este paraíso.

La Ruta del Flysch es un tramo entre las localidades Zumaia y Deba que ofrece unas vistas inigualables de la costa guipuzcoana. En su recorrido se encuentran unos acantilados tan impresionantes que llamaron la atención de los productores de la serie de Juego de Tronos. Allí se rodaron algunas importantes escenas, que serán todavía más reconocibles con el estreno en 2019 de su última temporada: posiblemente el estreno televisivo más esperado en todo el planeta. Por este motivo proponemos, un año antes de que los fans lo conozcan, escapar este verano en nuestro Ford a este lugar idílico.

Playa de Sakoneta ©Mimadeo, iStock

Playa de Sakoneta ©Mimadeo, iStock

Un paisaje épico 

Flysch, además de ser una palabra casi impronunciable, se usa para referirse a las paredes rocosas por capas en las que se ha dado erosión y sedimentación a partes iguales, y por tanto alternan caliza y areniscas con otros materiales como arcillas. El resultado es siempre espectacular, con placas y rugosidades que crean formas mágicas. Y eso es precisamente lo que vamos a encontrar en la ruta del Flysch, en la costa guipuzcoana: vertiginosos barrancos con el mar rompiendo a sus pies, un paisaje digno de película. No extraña que los productores de Juego de Tronos hayan elegido este tramo para algunos de sus planos. El famoso castillo de Rocadragón lo ubican cerca de allí, en la ermita de San Juan de Gaztelugatxe en Bermeo que, debido a la serie, ha triplicado el número de visitas el último año.

La ruta del Flysch discurre por la costa entre los pueblos de Zumaia y Deba, lleva unas cinco horas realizarla y, aunque tiene varios desniveles, es apta para todos los públicos. Deberás tener en cuenta una cosa muy importante: las mareas. Para sacar todo el partido, lo mejor es realizar algunos tramos a pie de acantilado para contemplar su majestuosidad, de modo que debes consultar a qué horas hay pleamar y cuál es el tramo horario de la bajamar, que es cuando debes realizar la ruta. Hay varias páginas web que te dan la información, nosotros te recomendamos esta tabla de mareas.

Sendero en la costa de Zumaia ©Mimadeo, iStock

Sendero en la costa de Zumaia ©Mimadeo, iStock

Mejor empezar en Zumaia

La ruta puede realizarse en las dos direcciones, pero nosotros te recomendamos partir desde Zumaia, es aquí donde deberás dejar aparcado tu Ford. Una vez que llegues a Deba, nuestro consejo es coger un tren (2,50 euros) que te llevará de nuevo a Zumaia en unos 15 minutos. Este pueblo es perfecto para acabar la jornada por dos motivos: su belleza, y que tiene algunos de los mejores restaurantes de pescado y marisco, nos atreveríamos a decir, del mundo. Concretamente, dos: Txortena y Amama Taberna. Sin duda, catar cualquiera de los manjares que sirven aquí, a precios moderados, es la mejor forma de terminar la ruta. ¡Te lo has ganado después de cinco horas andando!

Vista de la localidad de Deba ©charlathan, iStock

Vista de la localidad de Deba ©charlathan, iStock

Antes de empezar a andar

Como te hemos comentado al principio, antes de empezar la ruta debes prepararla un poco el día anterior. Además de consultar las mareas (¡muy importante!), mira también la predicción del tiempo. Esta es una ruta contemplativa, para admirar paisajes espectaculares, por lo tanto es conveniente que te asegures de que el cielo va a estar despejado o que, al menos, no va a llover.

La ruta transcurre por senderos de tierra y tramos empedrados. Estos últimos están junto al mar, de modo que es frecuente encontrarse con rocas resbaladizas. Es recomendable, por eso, que lleves unas botas de monte con una suela que agarre bien. Y, aunque haga buen tiempo, llévate un chubasquero plegable. En esta zona el clima es muy impredecible, por mucho que no aparezcan nubes en la predicción nadie te garantiza que vayas a librarte de algún chaparrón puntual.

Capilla de San Telmo al atardecer ©Mimadeo, iStock

Capilla de San Telmo al atardecer ©Mimadeo, iStock

¡En marcha!

La ruta recorre entre unos 15 kilómetros en los que intercalas senderos por encima de los acantilados y paseos por playas, lo que supone unos desniveles de unos 120 metros: basta estar mínimamente en forma para superarlos y te permiten unas vistas privilegiadas desde dos ángulos: arriba y abajo.

Nuestra propuesta de ruta, como hemos dicho, comienza en Zumaia. Concretamente, en la ermita de San Telmo. Muchos visitantes llegan hasta allí por sus maravillosas vistas, pero la mayoría no sabe que allí empieza la ruta del Flysch, en el sendero que hay detrás, y que serpentea por la costa. Llegarás a unas escaleras y tienes dos opciones: continuar el camino por encima de los acantilados, o bajarlas hasta una playa empedrada, para caminar por las rocas junto al mar. Este tramo de 4 kilómetros es más complicado, pero al mismo tiempo te ofrece, posiblemente, la vista más espectacular de toda la ruta.

Detalle del flysch con la marea baja ©David González Rebollo, iStock

Detalle del flysch con la marea baja ©David González Rebollo, iStock

Cuando llegas al final de la playa encuentras otro sendero (tus pies agradecerán abandonar las rocas) que sube unos 100 metros hasta la cresta de los acantilados. Pasarás por prados y caminarás entre caseríos, las típicas granjas del País Vasco, siempre en paralelo a la costa y en dirección oeste. Sigue los hitos pintados en rojo y blanco, para no desviarte de la ruta, porque se ramifica en muchos caminos. Cuando llegues a la altura de la playa de Sakoneta, te recomendamos pasearla, porque aquí están algunas de las formaciones flysch más impresionantes. Podrías seguir la ruta por esta playa, pero te recomendamos retomar el sendero el dirección a Deba. No es muy grande, y a poco que suba un poco la marea, puedes tener problemas.

A partir de aquí ya has superado el ecuador de la ruta, y también lo más difícil. Lo que queda es un camino bastante llano al filo de los acantilados, que a ratos se interna en bosques, desde donde contemplas la vasta belleza del Cantábrico. Esta senda desemboca directamente en Deba. Lo dicho: desde aquí puedes coger el tren de vuelta a Zumaia, donde te esperan tu Ford… y posiblemente el mejor pescado de tu vida. Más información.

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